Hace algunos años leí un verso de Jaime Sabines que decía “las flores están insoportables en el florero”. Desde entonces, suelo recordar esas palabras cuando abro la nevera y contemplo cervezas frías. Tan bellas e insoportables que no queda más remedio que destapar una…
El llamado cambio climático (“¡cada año hace más calor!”) está rodeado de lugares comunes, paranoia y desinformación. Lo cierto es que vivamos en Monterrey, CDMX o Mérida, el calor sí se siente más que, digamos, hace 10 años. Las caguamas del fin del mundo corren el riesgo de perder temperatura con el deshielo de los polos. Pero ni este ni que muchos no podrán ir a esquiar a Vale en un futuro cercano, son las consecuencias más graves del calentamiento global.
Si logras llegar vivo a 2099, perderás entre 50 y 58 horas de sueño al año por el cambio climático, según un artículo publicado en One Earth. Y lo padecerán más aquellos sin acceso al aire acondicionado en lugares calurosos. La desigualdad económica estará aún más marcada gracias a problemas derivados de este cambio planetario. Los Oxxos del futuro (para entonces habrá 2 por cada 100 habitantes) serán lugares de encuentro para refrescarse un poco en los contenedores de hielo, previo “donativo” a las arcas de los poderosos.
Pero no nos adelantemos a fin de siglo. Ve por una fría a la nevera y sigue leyendo… Desde los años 80, cuando la amenaza de una guerra nuclear estaba en el aire, se comenzó a hablar con mayor frecuencia de cambio climático. Sin embargo, fue en los primeros años del presente siglo cuando el término “calentamiento global” se volvió literalmente viral. Cada año distintas cumbres, organizaciones, publicaciones científicas y un largo etcétera advierten de los daños irreversibles si no actuamos hoy. Pero resulta que “hoy” fue en 2002, en 2009, en 2022… dentro de exactamente un año será hoy. Vivimos ya en un permanente “se les dijo”, frase que inspiró parte de este disco cosecha 2022 del sello musical de Ámsterdam, Ambientologist.
Deforestación, emisiones de gases de efecto invernadero, sobrepoblación, consumo de energías no renovables… En pocas palabras, el virus Homo sapiens está afectando terriblemente al planeta Tierra, algo en lo que coinciden científicos de todas latitudes. Un planeta que, seamos sinceros, no extrañará nuestra extinción cuando esta suceda.
Apenas en junio de este año durante la Cumbre Mundial de Austria, el secretario general de la ONU dijo: “El año pasado, las emisiones globales de dióxido de carbono relacionadas con la energía crecieron un 6%, cuando deberían estar cayendo. Permítanme ser franco: la mayoría de las promesas climáticas nacionales simplemente no son lo suficientemente buenas”. Imaginen lo que dirán aquellos que no tienen compromisos con gobiernos o instituciones.
Ante un panorama poco alentador haría falta un ejército de Terminators (versión “I´ll be back”) para combatir muchos de los problemas relacionados con el clima. Lo más curioso es que Arnold Schwarzenegger es el fundador de la Cumbre Mundial de Austria (Austrian World Summit) y un férreo combatiente del calentamiento global.
Algunos de los puntos de su iniciativa climática son:
– Crear conciencia sobre la crisis climática y la necesidad urgente de actuar todos los días y una vez al año en la Cumbre Mundial de Austria (ajá).
– Presentar soluciones viables de todo el mundo y conectar estas ideas con los recursos técnicos y financieros disponibles.
– Apoyar los mejores proyectos de protección climática en su clase de todo el mundo.
– Conectar a jugadores de negocios, finanzas, ONG y gobiernos locales y nacionales comprometidos a colaborar en proyectos sostenibles.
Como en buena parte de estos proyectos y sus pliegos petitorios, la realidad está todavía muy lejos de plasmar las buenas intenciones en cambios reales. Pero algo es cierto, hay que actuar todos los días. Nuestra huella climática es inevitable (salvo que nos suicidemos), pero podemos reducirla utilizando menos el auto, al consumir menos carne, si dejamos de fumar, optando por no tener hijos (si se quiere ser más radical). En fin, el lugar común es cierto: el problema y la solución somos todos.
A veces parecería que los gobiernos quieren tapar el sol con un dedo y chelear a gusto mientras planean cómo convencer votantes. Pero ¿y si tapamos el sol para proteger al planeta y de paso a la cerveza? Ante un panorama en que el cambio climático ha ido demasiado lejos, el Massachusetts Institute of Technology (MIT) se pregunta: ¿Cuáles serían las soluciones de emergencia? La respuesta es Burbujas espaciales.
Para los científicos del Instituto, la geoingeniería podría ser la última opción, pero aplicada en el espacio. Su hipótesis es que si logramos desviar 1.8% de la radiación solar antes de que llegue a la Tierra, podría revertirse el calentamiento global actual. Los expertos han probado estas burbujas en laboratorios en condiciones de espacio exterior, mismas que “podrían ser una de las estructuras de película delgada más eficientes para desviar la radiación solar”. Es posible fabricarlas en el espacio para ubicarlas en un punto lagrangiano (desempolven sus libros de física), ubicado entre el sol y nuestro planeta… Por supuesto, políticas públicas de distintos gobiernos serían necesarias para financiar un proyecto de esta magnitud.
La ciencia ficción suele quedarse corta con el avance tecnológico exponencial que vivimos. El deshielo de los glaciares hace desear una “máquina de himalayar”, como la llamó Henri Michaux, para poblar icebergs en distintas partes del planeta. Mientras tanto, hagamos lo que esté de nuestro lado y reutilicemos el granizo para enfriar las caguamas. El recibo de luz de la nevera lo agradecerá.
Fuentes:
https://www.schwarzeneggerclimateinitiative.com/
https://www.austrianworldsummit.com/
https://senseable.mit.edu/space-bubbles/